Los que actuamos en contacto con el sistema de cobertura por ART sabemos de sus peculiaridades:
Para el paciente (en este caso trabajador)significa depender de un sistema cerrado de cobertura en salud, que a la vez que compensa en especie y prestaciones dinerarias (salarios caidos e indemnizaciones) le exige un cumplimiento del seguimiento de la atención a la vez que le impide en la mayoría de los casos un reintegro a la actividad laboral, en los casos que hubo baja, hasta que se resuelve o consolida la afección.
Para el prestador, implica a nivel de auditorías una carga administrativa mayor que con el resto de las coberturas, dado que desde la validación de la patología como no inculpable a la facturación a caso cerrado, intervienen una serie de elementos que generan un desvío muchas veces del caso desde el punto de vista médico estrictamente.
Para el financiador, en éste caso la ART, la auditoría por parte de la SRT marca pautas y estándares, como los exámenes periódicos de salud a cargo de las mismas, que en muchas ocasiones son difíciles de cumplir cuando el mapa de riesgo de determinada actividad así lo exige.
Al margen de todo ésto, abierta la via civil para litigar el panorama se hizo más complicado para el ultimo binomio: empleador - ART.
Lo cierto es que el rol de las Auditorías sigue siendo el mismo: mantención de los estándares de calidad, la satisfacción del cliente (paciente, financiador), el apego a la legislación vigente y la adecuada gestión de los recursos, en un delicado equilibrio entre lo citado anteriormente y la evidencia científica disponible.
Con Isabel Alvarez, nuestra experta docente, desarrollamos el tema en el Curso Anual de Auditoría Médica del Hospital Alemán.